Ubicado en Cantabria, el sitio prehistórico de Altamira fue habitado desde el Periodo Auriñacense. El asentamiento humano se prolongó a lo largo de los periodos Solutrense y Magdaleniense. La mayor parte de los utensilios de piedra descubiertos datan de este último periodo, así como las célebres pinturas de la gran sala, de color ocre, rojo y negro, que representan bisontes, caballos, ciervos y jabalíes, ejecutados con un virtuosismo naturalista extraordinario. Diecisiete cuevas decoradas que datan del Paleolítico se han añadido como una extensión del sitio. El conjunto ilustra el apogeo del arte rupestre paleolítico que se desarrolló en toda Europa, desde los Urales hasta la Península Ibérica, entre 35.000 y 11.000 a. C. Su excelente conservación es debida a su ejecución en galerías profundas, aislados de las influencias climáticas externas. Las cuevas están inscritas como obras maestras del genio creador del hombre y el primer arte humano totalmente dominado. También son un testimonio excepcional de una tradición cultural y sobresalientes ilustraciones de una importante etapa en la historia humana.
Unesco
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